Buenos días a todos
Mi nombre es Arnulfo Montoya
Represento a un grupo de personas interesadas en el bien colectivo y a las decisiones por consenso, por el interés colectivo ante el particular.
En la Magdalena Contreras nuestras raíces son de gente trabajadora, y de una gran historia. Como la lucha Obrera organizada por los Hermanos Flores Magón y los trabajadores textiles en las fábricas de Contreras y de San Ángel con sus emblemáticas manifestaciones. Y en el arte, las encantadoras grandes obras magistrales de Juventino Rosas, como los valses “Carmen” o el emblemático “sobre las olas”, que son escuchadas hasta el día de hoy en todos los países del planeta.
Es una vergüenza mandar camiones de policía para
desalojar a ciudadanos a la fuerza ante el patrimonio de su familia. Así como
hace un par de días, es incongruente ver en las noticias nacionales a policías
armados golpeando a un grupo de jóvenes y la única forma de controlarlos es a
través de la fuerza. A través de los golpes y el uso de armas, de escopetas y
rifles, es incongruente. A los legisladores se les puso para velar por el pueblo
y porque ante esto, no se manifiestan y solo callan.
Me preocupa, la gente que de cierta manera llama a lo que
aparentemente no cree. Para decidir que apoyen, al contrario, es ilógico, es
irrelevante, a tal nivel de frustración su enfado, haciendo promoción por su
adversario principal, en nuestra demarcación, en nuestra alcaldía, y en nuestra
ciudad. No asumo esta podredumbre, luchó contra ella con actitud, una actitud
intelectual, y no es un término universitario, “es un posicionamiento del
corazón”. La corrupción es uno de los principales problemas de la historia que impide
el crecimiento del pueblo. En donde políticos y gobernantes hacen lo imposible
por conservar sus privilegios sin importar la miseria en nuestros pueblos.
El querer cambiar realmente, lo entendemos por qué existe
la declaración de Derechos Humanos que debe cumplirse, y no es la primera vez
que alzamos la voz para hacer un llamado por los Derechos Humanos. Es necesario
luchar y fomentar valores.
Creo en la igualdad esencial, la que hace que los seres
humanos nazcan de la misma manera. Igualdad, por la dignidad de la persona por
ser lo que son”.
Creo en la justicia, pero no hablo de tribunales, hablo
de lo sencillo, “dar a cada uno lo suyo” sin distinción. Tratados por igual
ante la ley, pero con leyes justas, con justicia para todos por igual.
Creo en la libertad, pero esa que asume que se tiene la
conciencia libre, debemos fomentar y cambiar las condiciones y es una
obligación de cualquier gobierno, que todos tengan los elementos suficientes
para decidir, para formular una decisión. Pero que la decisión sea informados,
formados, alimentados, con un techo para dormir, con ropa que poner, y una vez satisfechas
sus necesidades, ¡y solo así!, que cualquiera pueda empezar a pensar “para ser mujeres
y hombres libres”. Que nadie tenga la necesidad de buscar trabajo mintiendo,
que no se vendan, y no votar por hambre ni necesidad.
Creo en la solidaridad que hermana a todos, en todas las
formas de expresión. Desde los proletariados a la de todas las formas de credo,
la hermandad es entre los seres humanos por igual. La solidaridad no es una bandera,
la solidaridad es por humanidad, y es única. Merece la pena luchar por ella, “todo
es poco ante la humanidad”. Por eso creo en la solidaridad que hermana a todos
en nuestra región para tomar la mejor decisión en beneficio de todos.
Creo en la austeridad, pero austeridad no es miseria. Austeridad
es vivir dignamente sin malgastar recursos naturales. No es atentar contra la
naturaleza. Es tiempo para discutir, para dialogar, para jugar, para convivir
plenamente en cualquier lugar. La austeridad hace que nos miren como seres
humanos y no por la capacidad de comprar. Es hablar de cosas concretas e importantes,
incluso al utilizar el lenguaje para hacer pensar y concebir nuevas ideas. “Austeridad
es humanizar”.
Creo en la cultura que viene del cultivo, de cultivarse para
hacerse cada día más humano. De esa que no es saber muchas cosas, es sentir lo que
la humanidad ha producido y que la mueve. Es sentir y tratar de entender lo que
la humanidad ha superado. Un hombre culto no es aquel que está rodeado de libros,
aunque hay brillantes excepciones. Un hombre culto mira al mundo con una mirada
tremenda, y esté puede ser un campesino que tiene un tipo de cultura, y que puede
dar la mano a otro, incluso un universitario, pero ambos están al mismo nivel
de cultura necesaria para pensar.
Y, por último, creo en la paz con justicia entre seres
humanos. Pero sobre todo debemos ser promotores de la movilización, y no por sólo
tomar las calles. Tenemos la obligación de concientizar, de agitar el cerebro hacia
la conciencia, de movilizar el pensamiento. Es un esfuerzo constante de pensar
y hacer pensar. ¡Nuestro valor en la historia es el pensamiento! ¿Y cómo lo
vamos a hacer? … con alianzas con todo el pueblo. Queremos unidad “pero no para
repartir nada” si para hacer programas de transformación. “Nos toca reflexionar”.
¿Qué hacemos en nuestras comunidades? ¿Qué hacemos por nuestra Colonia? ¿Qué
hacemos por nuestro país? ¿Qué hacemos por América Latina? Y, por último, no
menos importante, ¿qué hacemos por nuestro mundo?
Por eso queremos la unidad para hacer programas de transformación.
Debemos ser capaces de construir alianzas con la gente
que coincide en cambiar al mundo. Pongámonos de acuerdo para cambiar ahora
nuestro entorno en beneficio de todos, pero no cambiar solo al administrador o una
silla por otra, no es lo correcto. Ayudemos a nuestro entorno a ser mejor, por
nuestros derechos transgeneracionales, en alianza no con nuestros hijos, sino
con los nietos de los nietos de los nietos de nuestros hijos. Hagamos una transformación,
pongámonos de acuerdo para hacer programas de transformación reales para la
humanidad, para los seres humanos, para los grandes seres humanos que somos.
Muchas gracias por la confianza, muchas gracias por la
oportunidad y es un gusto y un orgullo estar en esta humilde tierra.
Hasta pronto.